miércoles, 27 de enero de 2010

Inventarse el mundo

Este mundo parece romperse a pequeños cachitos. Como si la gente pudiera dedicarse a corromperlo lentamente. Como si tuvieramos derecho a hacer uso de él como quisieramos. Lo que antes era un lugar organizado y lógico hoy se transforma lentamente en una masa amorfa que parece disolverse como un terrón de azúcar en un café.
Muchos dirán que el planeta se muere, que nuestro planeta Tierra está acabado por nuestra culpa, pero no hablo de eso. Hablo del Mundo Humano, hablo del artificio que nos ha hecho mantenernos en pie como especie hasta hoy en día. Al planeta Tierra realmente no le suponemos mas que una ligera molestia que no tardará en erradicar en cuanto le seamos lo suficientemente odiosos como para ello, sin embargo, antes siquiera de darle tiempo a Gaia a barrernos a todos del efímero plano llamado existencia, nosotros ya estamos desmoronando toda nuestra existencia, hasta que un día no quedará nada.
No hablo de cambios climáticos, no hablo de catástrofes atómicas.
¿De que hablo pues?:
Hablo de un mundo en el que las verdades que se cuentan a un niño de 7 años se irán tornando mentiras a medida que crezca.
Hablo de un mundo lleno de miseria, un mundo donde las garantías son bajas probabilidades; donde el poder está en un papel firmado y no en el esfuerzo; y en el esfuerzo por lo general, solo se puede garantizar (bajo la ya mencionada baja probabilidad) un gratificante cansancio. Cierto es que aún se mantiene, pero poco a poco va creciendo la desproporcionada burbuja que algún día nos aplastará. Burbuja llena de mentiras, de crímenes, de desigualdades, de bandos enfrentados...
Hablo de un mundo en el que no parece poder existir una opinión sin despertar otra que la rechaze hasta desear destruirla, un mundo donde hablar con calma y debatir las ventajas y desventajas de un hecho, es casi un sueño de lo mas utópico.
Hablo de un mundo creado bajo unas bases en las que ni aquellos que lo dirigen, creen.
Hablo de un mundo donde aquellos que pensamos por nuestra cuenta no encontramos nuestro lugar. Donde hay que unirse a un bando si deseas sobrevivir sin tener que estar preocupandote constantemente de ser tú mismo. La única forma es dejar de serlo o simplemente dándote igual lo que el resto haga, negando asi tus creencias y deseos.
Hablo de un mundo donde muchos han tirado la toalla ante la desazón. O peor aún, hablo de un  mundo en donde la gente no quiere luchar por mejorar, solo quiere acomodarse en sus sillones o protestar sin sentido en el momento en el que el culo les duela de tanto estar sentados. Pero no de un mundo que quiera avanzar y evolucionar, sino que se va poniendo constantemente la zancadilla de una pierna a la otra. Un mundo que avanza a trompicones, como si fuera un ser que se ama y se odia, que avanza y retrocede, que quiere y no quiere seguir en pie.
Ojalá el mundo no fuera mas que una figura de plastilina que millones de niños van destrozando y que todos podemos volver a remontar. Ojalá. Pero todo esto no es mas que fantasía. Nuestro Mundo no es palpable ni reconstruible; y cuando el mundo de hoy en día se acabe, ¿qué tendremos?

Habrá que inventarse el mundo, un nuevo mundo.

[...]

Y yo espero estar ahi para verlo...

martes, 19 de enero de 2010

Espiral

Me despierto sobresaltado, me despierto otra vez mas como desencajando las piezas de una muñeca rusa, una dentro de otra, y esta otra dentro de aquella mas grande.
Sigiloso, trato de conciliar el sueño, de retomar el control de mi tembloroso cuerpo, que ahora siente el frío suelo bajos sus pies desnudos como si pequeñas cuchillas de hielo se introdujeran bajo su piel, destrozandolos. Quema, el frío quema, y poco a poco parece que cada paso se convierte en una tortura a la que, poco a poco, me voy acostumbrando.
El viento se me antoja áspero, crudo, como papel de lija fluído, gaseoso, etéreo... pero rugoso, incómodo, dañino, hostil, que poco a poco me impide tomar las riendas de este improvisado paseo por el infierno que acecha en mis neuronas.
Vacío, vacío, mis labios no consiguen atrapar el oxígeno, tan pesado, tan lejano... que parece alejarse cada vez mas, como un barco ridículo atrapado en una corriente inmensa, espléndida, poderosa, tirana. No puedo respirar, poco a poco me caigo haciendose borrosas las imágenes, confundiéndose ante mi estupefacta mirada...
Y de repente un zumbido... un estridente ruido que ahoga todo lo demás. Como si mil moscas estuvieran dentro de mi cráneo, como toda una eternidad gritando atrapada en mi cabeza, como millones de susurros lanzados desde cada una de las sinápsis de mi cerebro, hablando largo y tendido sobre nada, tratando de explicar lo inexplicable, atormentándome.
Retorciéndome en el suelo, mil ojos parecen estar observando mi ridículo espectáculo, tan solo veo mil ojos negros como el azabache, que parecen reirse de mi, como viendo morir a una bestia agonizante. El miedo ha tomado sin esfuerzo alguno todos y cada uno de mis sentidos e inmovilizado la totalidad de mi cuerpo. La realidad parece haberse emborronado como si de un cuadro se tratara y le hubieran echado aguarrás sin compasión... poco a poco voy cayendo... y deshaciéndome... disolviendo el dolor... los sentidos... el ridículo... la miseria...
Todo.

Me despierto sobresaltado, me despierto otra vez mas como desencajando las piezas de una muñeca rusa... como desmontando mi cabeza en pedazos atrapados en una espiral de la que no pueden salir jamás...

[...]


Despiértame.