domingo, 26 de julio de 2009

Mutis (por el foro)

Recuerdo haberme dado la vuelta en algún momento, algún día en que todo se pareció torcer, un día en el que sentí que todo aquello en lo que creía, descendía inevitablemente en picado hacia un colapso irremediable. Un día a partir del cual nada pareció tener el sentido que antes tenían las cosas. Quizá era ese sentido infantil de querer sentir que cada día será el mejor de tu vida, de poder realmente sentirte bien con poco y no pedir a gritos que se precipitan en el vacío deseos imposibles y curas irremediables. Debió ser entonces cuando di la espalda al público, en el momento en que entendí lo delgada que era la línea que separa este mundo de lo que se esconde un paso mas allá de la estrechez en la que se limita nuestra libertad como seres humanos. Cuando cesó la música, dejaron ya de vibrar las cuerdas, no saludé al público entusiasmado entre llantos de emoción por tal espectáculo que nos habían ofrecido, ni yo estaba entre el público. Simplemente me di la vuelta, y desde entonces camino dado la vuelta hacia el fondo de la escena.

Observando el decorado me sentí decepcionado. Actuando tras semejante farsa, ¿cómo podemos creernos aún que este guión tiene sentido?. Todos tenemos nuestra propia obra en esta vida, y todas se inundan de aplausos y llantos al final. Aplaudan, querido público, aplaudan; pues en la ignorancia de lo que se oculta tras este decorado ustedes son felices. Continué con paso firme tras el decorado, hasta dirigirme lentamente hacia el pasillo de los improvisados vestuarios que se ocultaban tras el destartalado escenario. No dejé en ningún momento de dar la espalda a mi público, como burlándome de sus aplausos, de sus llantos, de sus emociones; aislado en un silencio sepulcral en el que no podía penetrar el mas mínimo de los ruidos; escondiendome tras paredes de cristal, queriendo ocultar mis emociones inutilmente. Solo conseguí dejar de ser escuchado para solo ser observado, observado cuando lloro y cuando río; pero jamás sentir el calor de quien pegando los dedos en el cristal, se compadece del actor decepcionado por su propio papel en esta obra irracional.

Y jamás cesé de dar la espalda a ese público. Como guiado por un rencor hacia esos momentos en los que no se me permitió ver lo que ocurría realmente, me negué a girar la mirada hacia esas caras; temeroso de ver en sus gestos un signo burlesco. A veces me sentí como un payaso, como un pequeño espectáculo para las gentes curiosas que observaban al joven actor avanzar en su papel, aprendiendo que su personaje debía ser impecable y aceptando que eso implicaría perder su propia persona. Esta obra es inclemente, no deja señal de tu antigua identidad. Solo pasamos a ser actores que fingimos ser parte de un entramado complejo hecho para que nada desentone sobre este escenario. ¿Nadie mas puede ver que se oculta tras las cámaras, tras los decorados, tras los maquillajes, tras los disfraces, tras los actores? Estoy seguro, habrá alguien mas como yo, aislado en su cajita de cristal, queriendo frenar los pasos de la gente, queriendo buscar un sentido a su identidad. Queriendo acabar de una vez por todas con esta ficción y gritar libre que hay otra realidad.

Silencio... solo escucho las voces del silencio. Me susurran historias de lugares remotos que jamás existieron. Me seducen con melodías que nadie pudo escuchar. Y me hacen querer ver que tras estas paredes transparentes, aún tengo algo que hacer, algún mensaje que dar; improvisando un nuevo papel en este mundo, dando un paso mas para abrir los ojos al público. Quiero sentir que esto es cierto. Quiero sentir que aún hay esperanza. Quiero poder darme la vuelta y gritar. Aunque por el momento me retiro, querido público. Aún no es la hora de mi intervención. Por el momento, por este momento, sigo dandoles la espalda, como mal actor, y me retiraré en un indiscreto mutis; para actuar algún día en mi propio teatro, para escribir algún día un nuevo guión en mi rincón; este, basado en hechos reales. Hasta entonces suerte, querido público, no se enojen por mi mala educación, no se decepcionen, ni abucheen, ni reclamen, al fin y al cabo todo es parte del guión. Aqui terminó mi intervención. Aquí llegó mi punto y final. Adios, querido público, adios. Hasta la próxima.

[...]

¡Deseenme mucha mierda!