sábado, 30 de mayo de 2009

Susurro

Hay múltiples voces atrapadas en mi cráneo, como prisioneros en una improvisada prisión, implorando por salir en libertad como palabras por mi boca. Miles de gritos que parecen retumbar en las paredes como queriendo ser expresados. Comienzo a sentirme atrapado... agobiado por esas voces, ellas gritan mas y mas quiero yo que se detengan. Como si de una guerra civil se tratase, mi mente trata de dominar mis labios y abrirlos. Trato de guardar silencio, trato de no decir nada. Pero el silencio me daña los tímpanos... como si su falta de uso los oxidase, quiero escucharme gritando... pero no puedo, no, no quiero; las palabras van desordenadas, no encuentran un sentido lógico y no se ponen de acuerdo. La cara y la cruz de la moneda se muestran amenazantes dentro de mi burbuja... me agobio. Pero el exterior me da miedo, me ahoga el aire que hay fuera. ¿Que puedo hacer para escapar? No debo gritar... mis palabras serían de egoismo; como las de un niño queriendo reclamar la atención sobre su ser. Pero la rabia crece... me muerdo los labios. Las lágrimas recorren mi cara, contorsionada por el esfuerzo para no liberar la creciente bola que se acumula en su cerebro... Respiro hondo y intento relajarme. Cierro los ojos para no mirar. Pero puedo intuir que lo que mis párpados me ocultan no me va a gustar. Tengo miedo, miedo de saber, miedo de ver lo que hay detrás; pero se lo que me espera. ¿Que es lo que temo? No lo temo. Lo odio. ¡Si! Odio es la palabra que mejor reflejaría lo que comienzo a sentir. No... no debo, la verdad es que me gustaría ser correcto, la verdad es que me gustaría ser menos humano y poder evitar sentir furia, rabia, dolor, angustia... pero no puedo. ¿Como voy a huir de mi mismo? Mi propia introversión me está destrozando. No puedo salir de mi burbuja, no tengo siquiera fuerzas para romperla. Me invade un horrible sentimiento de impotencia. Siento risas... como si el mundo se burlara de mi angustia... Si... esas risas de los que están bien. Que rencor mas horrible... que envidia, mas insana. No quiero escucharlos reir... no mientras yo no pueda. ¿Pero que digo? ¿Tan egoista soy? ¿Acaso ellos me permiten reir con ellos? Si abriera la boca gritaría lo que nadie quiere escuchar. Siento que voy a estallar. Mis manos tiemblan y mis facciones se desdibujan... no puedo mas, me siento evaporar... desvanecerme. Ayuda... quise gritar... y mi boca se abrió quierendo dejar paso libre a las palabras, mis labios se despegaron como puertas cerradas durante siglos, que chirrían al abrirse lentamente, que dan paso a aires nuevos...

Quise gritar, quise romper mi garganta disparando palabras de furia al mundo... pero al final solo se escuchó un susurro... ahogado en el viento... un susurro que nadie apenas escuchará...

[...]

(N.d.a. Durante el mes de Junio las entradas de este blog se verán en suspensión en un principio, debido a época de exámenes. ¡Lo siento!)

2 comentarios:

Carlinha dijo...

berra, susurra, libérate, corre, voa, volve, agárrate, sóltate... vive.
Sorrí Tomás.

Quérote

Anónimo dijo...

No es egoísmo querer dejar de sufrir. No es egoísmo querer deshacer una burbuja de rabia. Y por supuesto, NO es egoísmo querer un poco de paz espiritual...

Perdónate y perdona al mundo que te rodea. No merece la pena guardar rencor. La envidia, la venganza, el odio,... empiezo a pensar que no sirven de nada. Aunque a veces diversas actitudes (incluyo la mía) muchas veces resultan sorprendentes (para mal), de nada sirve hacerles caso. Que se larguen con la rabieta a otra parte, que cuando quieran decir algo de un modo racional o simplemente humano, te pararás a escucharlas.


Sonríe. Te lo mereces.


^.^

Lily